Desde que las universidades y escuelas cerraron durante marzo de 2020, los gobiernos se han esforzado en distribuir computadores portátiles e internet para que los estudiantes puedan acceder al aprendizaje a distancia. Pero, casi un año después, millones de estudiantes todavía carecen de internet de calidad o de computadores que funcionen; por ello, sin saber cuando terminaran las clases remotas, se vuelve cada vez más difícil participar en las actividades de carácter virtual.